Día de las Escritoras

Hoy es el Día de las Escritoras, un día en el que me colé hace ya algún tiempo, cuando, por primera vez, abrí un blog y empecé a narrar sin tener demasiada idea de lo que estaba haciendo.

Ese blog estaba alojado en el servidor de una conocida red de librerías de nuestro país; por algún motivo que desconozco, un día, decidieron eliminar el servidor y, en consecuencia, el blog se perdió. Por desgracia, también se perdieron muchos textos de mi autoría que apenas recuerdo, pero que me hubiera gustado conservar. Sin embargo, a veces le doy una vuelta de tuerca a ese pensamiento y me autoconvenzo de que, quizá, es mejor que todo haya transcurrido tal y como pasó.

Poco tiempo después me abrí otro blog en otro servidor, pero, no sé por qué, me costaba sentarme a escribir, y dado que apenas lo hacía, acabé por soltarlo a navegar por la red de redes. No sabría decir qué fue de él. Tras ello, pasé varios años escribiendo en una libretilla que, junto con otras, todavía me acompaña: en ella escribía poemas fugaces, o elucubraciones concretas, o figuraciones de otro mundo. Escribía, escribía, escribía. Me contaba todo el rato alguna historia: un diálogo sujeto a un telar que deshacía sus hilos cada vez que tenía turno de noche.

Un día escribí un cuento. Otro día, escribí otro cuento más. A aquel día le sobrevino otro día más, con otro cuento que, asimismo, ilustré. Más tarde llegó otro cuento, otro álbum ilustrado, luego llegó una serie de relatos, un aplauso fastuoso, el nacimiento de la primera de tres novelas, el caldero de alquimista donde, actualmente, se cocinan entre acuarelas y ceras cinco álbumes más.

Tampoco tardó en venir la etiqueta: Escritora (¡ay, aún cuesta!). Literata, poeta, compositora, autora, artífice, novelista, dramaturga, artista. El lenguaje, de nuevo, haciendo de las suyas; yo, mientras tanto, uniendo palabras y convirtiéndolas en lo que alguien, una vez, me dijo que podía calificar de Literatura.

Hoy es el Día de las Escritoras, un día en el que, al parecer, tengo a bien felicitarme, si bien no sé a ciencia cierta qué es lo que hago: yo sólo sé que cuento historias, historias que ya están contadas, porque lo cierto es que todas me suenan de algo. Algunas historias no llegan a ninguna parte; otras, no obstante, nunca terminan de entretejer sus hilos. Sin embargo, todas y cada una tienen algo en común: todas nacen a través de mis dedos después de habérseme susurrado al oído.

Un día es un día, y hoy es el día que es; por ello, me lo permito: hoy me llamo Escritora. Hoy me felicito.

Siguiente
Siguiente

Retro - Un encuentro con Cicely Mary Barker